El tratamiento de agua es una vivencia personal, se experimenta día a día y debe ser enfocado de forma única a cada situación, sin estándares, con personalización. Suena tentador, para efectos de incremento de la eficiencia y en últimas de las utilidades, el pretender simplificar el proceso de tratamiento de agua a una serie de procesos modulares. ¿Por qué no?, conocemos el tipo de agua y lo que cada proceso hace. ¿Para qué inventar la rueda?, porque la cosa no es tan sencilla y hasta una rueda debe ser específica basada en varias consideraciones.
Existe una diferencia entre pretender diseñar una planta de tratamiento de agua ya sea potable, residual, de proceso o reuso, basado en años de experiencia o querer diseñarla con base en lo estándar. ¿Por qué?, porque la experiencia enseña, entre otras cosas, que cada agua a tratar es diferente dependiendo de cada caso y aplicación, todos los proyectos son diferentes, no existe lo estándar. Es cierto que podemos asumir, por ejemplo, que las características de un agua residual doméstica, en un principio son las mismas, pero asumir eso excluye varias consideraciones que un modelo estándar, no contempla y puede ser la diferencia entre el éxito o el fracaso. ¿Qué consideraciones hay que tomar?, las principales ubicación, operación, robustez.
Pensemos en una planta de depuración de agua doméstica, ¿qué dice el estándar de una planta de tratamiento de agua de este tipo?, bombeo + tamiz + biológico + desinfección. Fácil, solo necesito dimensionar los procesos y estamos listos. No, he pasado por alto las consideraciones mencionadas y eso me va a afectar, veamos cómo.
Empecemos con el primero, ubicación. Trabajemos con las fuerzas de la naturaleza, en este caso la gravedad, disponibles en el área escogida. Ubicar la planta, de ser posible, en desnivel para aprovechar la gravedad, nos ahorrará bombeos, accesorios y energía. Sin embargo, debemos tomar en cuenta que el manejo de sólidos removidos y evitar su trasiego a cotas altas. También las cotas de entrada a la planta son importantes, cuando la cota es muy baja, la operación es difícil y los costos de equipos de bombeo se incrementan. Finalmente, ¿tengo o es factible tener energía el sitio escogido?, ¿está cerca de usuarios que puedan percibir malos olores?, ¿cuál es el nivel freático si quiero enterrar tanques? La única forma de valorar esta consideración es visitando el sitio y retirarnos un momento del diagrama de flujo del proceso.
Segundo, operatividad. Solo quién ha pasado tiempo con operadores de planta sabe lo importante de conocer y valorar el aspecto operacional. Desde los espacios de acceso a bombas, tanques, válvulas, pasando por los tiempos de preparación de insumos, limpiezas y toma de datos. Por lo general, los diseñadores, con el fin de minimizar la inversión inicial, sacrifican operatividad de las plantas. Invertir en un sistema de bombeo automático para trasegar agua de A hacia B siempre será más costoso que invertir en un balde, pero a la larga el costo operativo será mucho menor en el caso del sistema de bombeo. Sea operador, piense como ellos y diseñe acorde a esta consideración.
Tercero, robustez. En algún momento, cada generador de agua tendrá una situación fuera de lo ordinario que la planta debe poder manejar sin colapsar. Considere ya sean diferencias en caudal, cambio en las características dadas o deseadas, incluso cambio en la legislación. La única manera de preparar la planta será investigar las etapas de generación, captación y vertimiento en cada caso en particular e incluir procesos que mitiguen el impacto, incluso un desvío bien ubicado puede ser crítico en un momento dado. Finalmente, parecerá obvio, pero los materiales para una planta de tratamiento de agua robusta no pueden ser comprados en un almacén o ferretería de hogar. Lo que se ahorre en dimensionamientos ajustados, se paga en mantenimientos periódicos, y a larga es más costoso. Bombas potentes diseñadas para cada aplicación, tuberías fuertes, accesorios que permitan cortes, desvíos, mantenimientos rápidos, accesos fáciles, repuestos accesibles. Como dicen las abuelas, “esperen lo mejor y prepárense para lo peor”
Desde la escuela lo sabemos, sin agua moriríamos. Somos, en su mayoría, agua y necesitamos de su consumo constante para mantenernos con vida, no hay más agua en el ciclo que la que ha habido, hay y habrá. No hay una relación más personal que la que podemos tener el elemento que nos mantiene vivos a nosotros, y el ecosistema del planeta donde vivimos. Tratemos el agua de acorde a su importancia.